
Hay días en los que me lo veo todo hecho y otros en los que siento que no doy pie con bola en cuanto a educación se refiere. Pero lo bueno de esos días, es que siempre acabo leyendo o inventando algo que me resulta de gran interés y utilidad.
Cuando leo y escucho sobre la preadolescencia y la adolescencia, la palabra confianza baila constantemente junto al diálogo. Sin embargo, tengo que confesar que pese a tener esto muy presente, la confianza es algo que no terminaba de entender,… y me explico. Sentía la confianza como una obligación, una necesidad abstracta y ciega por la que debía confiar en mis hijos, a pesar de que en el fondo de mi corazón, sabía que se iban a equivocar más de una vez,… Y esto que me resultaba tan contradictorio como absurdo, me llevaba a actuar muchas veces, dejando asomar una desconfianza que seguro que ellos captaban.
No hace mucho que tengo el libro de Fernando Alberca «Guía para ser buenos padres de hijos adolescentes», en el que he encontrado algunas claves que me están ayudando a enfocar un poco mejor este tema de la confianza y el diálogo:
– Sin confianza se puede pelear, discutir o conversar, pero no dialogar.
– La confianza entre padres e hijos debería ser tan intensa, que no debería existir duda alguna de cuanto dicen.
– Los padres deberíamos tener en cuenta, que uno de los golpes más duros que podemos dar a nuestros hijos es la desconfianza.
– La confianza les da más seguridad en sí mismos, un sentido más amplio y profundo de la responsabilidad y les «obliga libremente» a que su comportamiento mejore.
– Los padres debemos ofrecerles nuestra confianza como si nunca se hubieran equivocado, porque en realidad si lo hicieron, fue en el pasado.
– Para que un hijo adquiera la confianza que necesita, debe saber que se encuentra ante una nueva oportunidad de actuar correcta y responsablemente, saber que sus padres confían en su bondad, formación, inteligencia, coherencia y acierto, lo cual le ayudará a actuar como los padres piensan.
– Creer que los padres temen que no será responsable, le llevará a actuar de dicha manera, lo cual le resultará mucho más cómodo.
En cuanto al DIÁLOGO, dice Alberca que ha de ser:
– Un diálogo entre iguales
– Escuchar, escuchar y escuchar.
– Ha de ser sereno, a pesar de lo que nos digan nuestros hijos, pues es la mejor manera de ayudarle en este momento, ya que se habrá abierto el camino para resolver el conflicto y de nuevas confidencias. Demostrarles que queremos ayudarles y perdonaremos y olvidaremos si es necesario
– Respetuoso.
Así que a por eso voy. Una tarea difícil pero que seguro me va a ayudar a disfrutar y acompañar a mis hijos en esta nueva etapa que sin duda será,… apasionante?
Qué opinas de la confianza padres e hijos? Cómo consigues en casa un ambiente relajado y un diálogo abierto y sereno, en el que pueda crecer la confianza?
Me encantaría saber tú opinión.
Feliz lunes!
Beatrizhace 8 años
Hola Laura,
Gracias por hablar de la adolescencia. Pensé que había llegado ya tarde a tu blog.
Yo creo que en casa tenemos mucha confianza entre todos. Tengo 2 hijos de 17 y 14 años y ellos nos cuentan cosas como si estuvieran con sus amigos. El problema yo creo que viene cuando tienes algún tipo de problema. Por ejemplo los estudios. El mayor está acabando el bachillerato pero todavía actúa como un niño que necesitan que le digan que tiene un examen para estudiar. Aunque le hemos dicho con tranquilidad y armonía como debería estudiar para sacar mejores notas y no suspender, el dice que eso es una tontería y que estamos equivocados. Al final cuando le ves en plena época de exámenes jugando a la play o perdiendo el tiempo con el móvil, acabas pegándole 4 gritos para que te haga caso. En mi caso el problema es repetir repetir y repetir las cosas en plan bien para luego acabar gritando. Sabes que va mal por ese camino y la confianza se va perdiendo entre todos… Es difícil mantener el tipo en esos casos.
Muchas gracias por tus consejos!!
Laurahace 8 años
Gracias a ti por tu comentario.
Sí cuando ves que se van a equivocar es lo peor,… Pero es cierto que muchas veces, por mucho que digamos, no nos escuchan,… Qué difícil es a veces!