No siempre la paternidad es como nos la pinta Instagram. El estrés mañanero, una contestación, las tareas, una pelea, una mala nota, no trajo el libro adecuado, llegamos tarde para los baños, otra pelea, cenas eternas, no tengo sueño... ocupan buena parte del tiempo. Pues sí, la vida nos está llevando a ir con la lengua fuera todo el santo día, lanzando todo tipo de frases para que hagan, paren, deshagan o simplemente aceleren lo que están haciendo. Y esto no puede ser. Por eso hay que plantarse para decir basta. Hoy no. Hoy no me dejo llevar por la inercia del correcorrevengahaztermina. Hoy no. Hoy vamos a bailar.
El pasado verano, ante una de esas típicas sobredosis fraternales tan habituales de esta época estival, senté a mis hijos y les propuse que pensaran en algo para que todos pudiéramos disfrutar de esos días. Otras veces se me habría ocurrido a mi cualquier cosa, pero esta vez me sentía incapaz de inventar nada. Tanto mehahecho y mehadicho, me habían dejado fundida.