Hace unos meses descubrí el término de la "poda sinápica" que me está ayudando muchísimo a comprender un poco mejor a mis hijos, según se van acercando a la preadolescencia y van nadando en la adolescencia. Así que con vuestro permiso, hoy me pongo un poco más teórica,... pero no demasiado!! Gracias a las técnicas de resonancia magnética, se ha podido obtener información muy interesante y antes desconocida, acerca de lo que ocurre en el cerebro. Con ella, han aparecido nuevas teorías que compiten seriamente con las de las hormonas de las que tanto se ha hablado estos años, y que hablan de los cambios cerebrales que tienen lugar durante la segunda década de la vida.
Hay días en los que me lo veo todo hecho y otros en los que siento que no doy pie con bola en cuanto a educación se refiere. Pero lo bueno de esos días, es que siempre acabo leyendo o inventando algo que me resulta de gran interés y utilidad. Cuando leo y escucho sobre la preadolescencia y la adolescencia, la palabra confianza baila constantemente junto al diálogo. Sin embargo, tengo que confesar que pese a tener esto muy presente, la confianza es algo que no terminaba de entender,... y me explico. Sentía la confianza como una obligación, una necesidad abstracta y ciega por la que debía confiar en mis hijos, a pesar de que en el fondo de mi corazón, sabía que se iban a equivocar más de una vez,... Y esto que me resultaba tan contradictorio como absurdo, me llevaba a actuar muchas veces, dejando asomar una desconfianza que seguro que ellos captaban.