Tarde de piscina. 30ºC, 95% humedad y aplatamiento soberano amenizado por alguna amiga. Ojos pegados en la piscina, oídos que no pierden detalle del relato y resto del cuerpo la mar de a gusto en la hamaca/silla/toalla.
Al otro lado, un mínimo de 10 chiquillos saltan al agua y vuelven a saltar, se zambullen y salpican, sirven cafés de cloro con las regaderas,… lo están pasando genial. En un momento cualquiera dos niños se agarran en medio del juego, desapareciendo sus cabezas debajo del agua. En ese momento, las mamás de las criaturas comienzan a erguir sus cuellos como si de esa manera consiguieran que ellos hicieran lo mismo, al tiempo que un Paquitooooooo suelta al niñooooo! sale de una hamaca/silla/toalla. Pero el pobre Paquito no oye absolutamente nada, y son tres las razones que se lo impiden:
1. Se lo está pasando Pipón. Y los niños en este estado tienen sordera selectiva a las voces de sus progenitores.
2. Todos los niños de su alrededor hablan, gritan y ríen.
3. Como todos sabemos, debajo del agua no se oyen las voces del exterior.
Pasados unos segundos, cuando toda la piscina sabe que Paquito tiene un juego un tanto peligroso y la mamá empieza a ponerse de los nervios porque Paquito no obedece, es un bestia y tiene que levantarse, pues se levanta, pero con la cara desencajada. Normal que cuando Paquito vea a su madre vuelva a meter la cabeza. Yo también la metería.
Tenemos la manía de solucionar las cosas desde la distancia. Es cierto que las ondas sonoras son muchísimo más rápidas que nosotros, pero también son menos eficaces.
Acercarse al bordillo de la piscina y hacer un gesto al niño para que se acerque es muy eficaz. Normalmente al vernos tranquilas no tienen ningún problema en obedecer. En ese momento, explicaremos la gravedad del juego al que están jugando, le pediremos que deje de hacerlo y le daremos una nueva idea para que se divierta si fuera necesario.
Normalmente, de esta manera el niño lo entiende y obedece. Y sigue tranquilo con sus juegos y nosotras con nuestro papel de socorrista.
PRIMER PASO EN MI CASA NO CABEN LOS GRITOS
La semana pasada os comentaba que empezábamos con el reto En mi casa no caben los gritos. Antes de empezar, es muy importante hacerse a la idea, pensar por qué queremos dejar de gritar y contárselo a los niños. Hablar de esta idea con ellos durante unos días. Explicarles nuestras razones, pedirles que piensen en las suyas. Empezar a intentarlo y observar dónde están nuestros puntos débiles. Muchas veces, gestos tan sencillos como el que he caricaturizado más arriba, ayudan muchísimo.
Ánimo. Se puede.
Feliz miércoles.
ceciliahace 8 años
muchas gracias Laura, tu enlace me ha servido mucho 🙂
Laurahace 8 años
Gracias a ti!,
Pilihace 7 años
Empiezo ahora de 0!!!!! Es mi mayor proposito del año… Tu blog es genial!!! Tng.muchisimas ganas de leer todos los posts!!! Pero ire poco a poco…. Gracias!!!!